El gigante de la región sudamericana se encuentra de luto. El estado de Pernambuco, al nordeste de Brasil, ya lamentó la pérdida de 91 vidas y aún existen al menos 26 desaparecidos, a raíz de las torrenciales lluvias y riadas de los últimos días.
Las intensas lluvias persisten en medio de las búsquedas y rescate de personas desaparecidas. La contabilidad preliminar da cuenta que 5 mil familias quedaron sin abrigo, al perder sus viviendas y pertenencias destruidas por las intensas precipitaciones pluviales.
Unos cinco municipios, incluida la capital Recife, se hallan afectados en un estado con fuertes índices de pobreza y atraso. En medio de esa realidad, la tragedia agrava la situación de las familias, donde ya suspendieron clases escolares.
Imágenes dramáticas circulan en redes sociales en las que se ve el desprendimiento de casas, techos semicubiertos de aguas, animales en busca de salvataje, entre otras, conmueven a internautas que se organizan para recolectar donaciones para las víctimas.
Sin embargo, el calentamiento global, y la exclusión de la gran mayoría de la sociedad, causarán aún más desastres en Brasil.
