Los votos de las zonas donde se encuentran los estados más pobres de Brasil, fueron el bastión de la victoria de Lula da Silva. Según la ONU, Brasil ha vuelto a figurar en el tristemente célebre “mapa del hambre” del organismo.
El último gobierno (Bolsonaro) ha devuelto al país al mapa del hambre de las Naciones Unidas y a millones de familias a las calles, sobreviviendo en carpas, y recogiendo comida de la basura.
Rodeado de muchas mujeres políticas, Lula da Silva emitió su primer discurso como presidente electo de Brasil. Les habló a los pueblos indígenas, al pueblo afro, a las y los pobres, a la niñez, a las mujeres y a toda la diversidad que le dio su voto y que más sufrió durante estos últimos cuatro años de la gestión de extrema derecha con Jair Bolsonaro.
Lula agradeció a Dios y al pueblo brasileño por la victoria. “Esta es una resurrección, quisieron enterrarme vivo”, proclamó conmovido.
Reiteró varias veces el compromiso de gobernar para todas y todos, incluso para quienes no votaron por él. Lula ganó con el Partido de los Trabajadores (PT) y una alianza de 10 partidos. El bastión de la victoria la tuvieron en el Nordeste de Brasil, de donde Lula es oriundo, pero también donde se encuentran los estados más empobrecidos, factor que ha sido decisivo en el voto.
Con un programa de gobierno de 13 puntos, recibirá el próximo 1 de enero un país polarizado. Lula obtuvo 50,90% y Bolsonaro 49,10% en una segunda vuelta muy reñida y teñida de violencia, armamentismo y racismo.
El flamante presidente tendrá el gran desafío para gobernar no solo la división en el país, sino consensuar con la mayoría de derecha en el Parlamento.
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