A pesar de la represión y los intentos de detener la llegada de miles de personas a Lima, la marcha de “todas las sangres” avanza por carreteras de todas las regiones de Perú, como respuesta popular a la caída de 50 peruanos y peruanos, decenas de heridos y detenidos por las fuerzas represivas al mando de la autoproclamada presidenta Dina Boluarte.
Protagonizan las movilizaciones, los pueblos originarios aymaras de Puno, Arequipa y de la costa de Tacna, a quienes se unen los quechuas del Cusco y Moquegua. También marchan los chancas de Ayacucho y Apurimac.
Por otra parte, se suman los wankas de Huancavelica, Junín y parte de Ayacucho. Desde el nororiente de Perú, se levantan los pocras de la Amazonia, los ashaninkas, aguarunas, pinchis y los wanvises. Del norte se moviliza el pueblo chimu de Lambayeque, Chiclayo, Piura y Tumbes, así como los moros de Bagua grande y Bagua chica.
Analistas internacionales aducen que se levantan los pueblos oprimidos y olvidados por la República, mencionando al “Perú profundo y milenario”. Denunciando racismo y discriminación, las comunidades indígenas caminan hacia la capital limeña para ser parte de la gran concentración el jueves 19 de enero, en el 488 aniversario de su fundación.
Aparte de la dura crítica a los medios de comunicación hegemónicos que desinforman sobre las movilizaciones, los pueblos movilizados exigen la renuncia de Boluarte y la instalación de una Asamblea Constituyente para establecer un Estado Plurinacional con la restitución de derechos de los pueblos indígenas.
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