La reina “Victoria”, varios años antes de 1879, se inmiscuyó en la vida política de Chile, a la par de saquear sus recursos naturales, ponía y sacaba presidentes, mientras le prestaba millones de libras esterlinas y le vendía armas.
Como diría Eduardo Galeano, con la mierda de las aves marinas, los ingleses amasaron fortunas e inventaron una guerra.
La reina “Victoria”, se casó con su primo hermano, el príncipe Alberto de Sajonia. Lo que para el pueblo era un sacrilegio, para la monarquía era una práctica común. Incluso se casaban entre hermanos, “para mantener la sangre”, decían.
Esta monarquía parásita, de relaciones carnales incestuosas, preparó y financió el despojo de un pequeño país, que, gracias a sus gobernantes ineptos, iba por la vida, atolondrado, recitando poemas de homero.
No fue Chile, sino los capitales ingleses, los que se quedaron con el mar.
Mucho después, la monarquía nazi fascista anglosajona, apoyaría a Hitler.
Y Pinochet le prestaría bases militares a Inglaterra para que ataque a Argentina, en la guerra de Las Malvinas.
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