Mucho se ha dicho y escrito sobre Max Mendoza y sus 28 años de estudiante, pero, muy poco o nada, sobre las variables que determinan que un joven pueda culminar con éxito sus estudios dentro del tiempo estipulado.
El articulo 14 de la primera Constitución de Bolivia señalaba que “para ser ciudadano era necesarios saber leer y escribir”. Es decir, todo aquel que no tuviere el conocimiento de las letras, no era considerado persona, no era ciudadano. Aquí, solo utilizaremos el género masculino, ya que la primera Constitución, en ninguno de sus 157 artículos nombra a las mujeres. Por más que sepan leer y escribir, no las nombra. No existen.
Así, desde la fundación de la república, la educación se constituyó en un elemento de sometimiento y exclusión.
¿Puede realmente un joven de escasos recursos, terminar la carrera en cinco años?
¿Puede un estudiante que ha viajado dos horas desde Sacaba hasta la UMSS y que no ha probado alimento desde el almuerzo del día anterior rendir en igualdad de condiciones, que uno que vive a 5 cuadras de la “U”?
¿Su titulación, solo depende de su esfuerzo individual, o existen otras circunstancias que determinan su futuro?
¿Parten en igualdad de condiciones, un joven del barrio de Equipetrol y un joven del plan 3000?
¿El modelo económico de un país, tiene algo que ver con la igualdad de oportunidades para todes?
Existen infinidad de variables que determinan que un joven pueda culminar con éxito su formación académica; La alimentación, el descanso, la salud, la condición social y económica de sus progenitores, el entorno familiar del que procede (obreros o profesionales), entre muchas otras.
En nuestra sociedad, la educación constituye una manera de torcer el destino, arañar un título universitario, le cuesta a un joven, de extracción popular, literalmente un ojo de la cara. Porque teniendo el destino marcado en el rostro, debía ser albañil o peón, pero salió abogado o maestro. Y si es mujer, es tres veces peor.
Esta avalancha de ataques a los estudiantes que no pudieron terminar la carrera en cinco años (no nos referimos a los Max Mendoza), pretende reforzar el estigma de que las clases medias y altas, son más inteligentes que los jóvenes de extracción popular.
Muchos de quienes se titulan en 5 años, provienen de colegios privados, entraron a la “U” pagando clases particulares, tienen empleadas domésticas que les limpian las miserias, una computadora, una habitación para ellos solos, tienen una ducha, ropa limpia, recién planchadita, si lo requieren pueden pagar un profesor particular e incluso sobornar al catedrático.
¿Quiénes no pudieron entrar a la “U”, son tarados o sub humanos?
Lo peor de toda esta historia, es que los medios de comunicación instalaron el asunto de los dirigentes eternos, debido a la muerte de 4 jóvenes en Potosí.
Les fue tan bien, que los televidentes olvidaron rápidamente a las muchachas, y también se olvidaron del rector de la Tomas Frías que fue asesor de Comcipo.