En marzo de 2021, Camacho ganó la gobernación con el 55% de los votos, 15 meses después, su imagen se derrumba como una estatua de sal. Según el cuestionario Delphi realizado por la fundación Friedrich, el gobernador de Santa Cruz, está al filo del abismo: tiene el “93% de imagen negativa o muy negativa”.
Siguiendo una sugerencia de Doria Medina, el cívico de la gorrita de adolescente, contrató a Chávez por un millonario salario.
Luego de su rimbombante salida del MAS (2015), Chávez se paseó por los medios de comunicación, jactándose de haber sido el asesor de Evo Morales. Sin embargo, quienes conocen de cerca al ex presidente, aseguran que éste jamás tuvo asesores.
Camacho necesitaba a alguien que le ayude organizar “las ideas”, por lo que contrató entusiasmado a un señor que había dado reiteradas muestras de no conocer lealtades ni principios, que con una gran facilidad pasó como un bólido, de la izquierda a la derecha.
Chávez le dijo que el país necesitaba responsables por el descalabro del gobierno transitorio, y que no podrían salvarse todos, que algunos debían sacrificarse por el proyecto, por lo que el gobernador le soltó la mano a Jeanine Áñez, a Rubén Costas, a Marco Pumari, incluso a varios comandantes del ejército y la policía.
Le dijo que, para conservar su popularidad, debía atacar al gobierno y sobre todo a Evo Morales.
Le dijo que casarse con una bella joven 15 años menor, fortalecería su imagen de “macho Camacho”, y su figura de Playboy de 45 años.
Pero el Titanic separatista continúo hundiéndose de la mano de los miles de ítems fantasma, del 9 por ciento de ejecución presupuestaria, de los hospitales sin presupuesto, de los paros que desangran la cadavérica economía de millones de comerciantes que ganan para el día vendiendo dulces o vasitos de chicha de somó.
Le dijo que fuese al Mercado Mutualista aun ardiendo, para capitalizar el dolor y la angustia de la gente que lo había perdido todo, pero casi lo sacan a patadas.
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